Nacida en una familia de banqueros judíos, tras haberse especializado en Arqueología oriental y Epigrafía semítica en la École du Louvre (1927-31), viene por primera vez a España becada por el Gobierno francés como alumna del Instituto des Hautes Études Hispaniques para trabajar los cursos 1931-32, 1932-33 y 1933-34 como residente de la Casa de Velázquez, empezando sus investigaciones sobre el mundo púnico en la necrópolis de Villaricos (Almería) con Luis Siret. Durante su estancia en España también participa con Pelayo Quintero en las excavaciones de los terrenos próximos al Cerro de los Mártires (San Fernando, Cádiz) en 1932. En 1935 se le nombra encargada de Misión por la Dirección de Antigüedades de Argelia y toma parte activa en las excavaciones de Djidjelli.

Durante la Segunda Guerra Mundial ha de salvar heroicamente a sus padres ya ancianos del exterminio durante la ocupación alemana de Francia. En este periodo todos sus trabajos de investigación se pierden quemados, excepto su manuscrito de Villaricos, que recibirá el premio Duseigneur en 1941.

En 1951 regresa a España de nuevo pensionada por la Casa de Velázquez quedándose dos cursos más hasta 1954, estudiará los fondos púnicos en varios museos españoles. Entabla amistad con José María Mañá, director del Museo de Ibiza, recuperando el programa de excavaciones en la isla en las excavaciones de Isla Plana, Puig dels Molins y San Mateo. Tras sus investigaciones por las costas del Mediterráneo se establece en París a finales de los años cincuenta como miembro del CNRS, dedicándose al mundo oriental. Al terminar un trabajo en el Líbano, cuando visitaba la monumental ciudad de Petra, un trágico accidente en una riada le cuesta la vida.

Astruc innova en las interpretaciones de todo el material arqueológico, sobre todo en las de carácter religioso, siendo esa su gran aportación a la arqueología fenicio-púnica.

Autora: María José Berlanga