Ávida coleccionista de libros, documentos y piezas arqueológicas, perteneciente a la alta nobleza andaluza. Su afición por el coleccionismo arqueológico le llevó a mantener una controvertida relación con el yacimiento arqueológico de Itálica. Movida por su curiosidad e interés por la historia de la región, financió múltiples excavaciones, adquirió terrenos y compró antigüedades a particulares que le reportaron bienes de alta calidad que acomodó en la planta baja de su Casa Palacio de la calle Cuna, en Sevilla. El edificio, al borde de la ruina, lo adquirió en 1901, cuatro años después de la muerte de su esposo. Durante trece años realizó obras adaptando las distintas estancias a su gusto y necesidades. Destaca en la planta alta el espacio dedicado a biblioteca, en la que llegó a reunir más de 6000 volúmenes, mientras que la planta baja la acondicionó como una «casa romana», que pasó a conocerse con el sobrenombre de «Museo Italicense» por la profusión de mosaicos procedentes del yacimiento que ornaban sus suelos.

Fue nombrada Hija adoptiva y predilecta de Sevilla (1916), primera mujer académica de número de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría (1918), académica correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1920) y miembro de la Comisión de Monumentos de Sevilla (1922). Gracias a la sensibilidad de sus herederos, la casa sigue manteniendo su estructura original y las colecciones que albergaba. Por expreso deseo de su propietaria, una parte significativa de su biblioteca fue legada a la Universidad de Sevilla.

Autora: Ana Gómez Díaz