Pese a su relevancia arqueológica, no tiene aún Clarisa Millán un biógrafo que indague en los archivos y saque a la luz los datos precisos para cubrir los huecos dejados en las reseñas sobre ella hasta ahora publicadas. Y es que, aparte la fecha y el lugar de nacimiento, poco más se sabe de sus primeros años. El premio Fundación María Pilar Palacios, que recibió en octubre de 1931, hace creer que estudiase el Bachillerato en el Instituto San Isidro de Madrid. Sí es conocido, por el contrario, que cursó Filosofía y Letras en la Universidad Central, que concluyó la licenciatura en 1936, y que antes, en el verano de 1933, participó en el Crucero Universitario por el Mediterráneo.

A su regreso, en octubre de 1933, Julio Martínez Santa-Olalla la presentó como miembro numerario de la SEAEP, iniciándose así entre ambos una intensa relación profesional. La Guerra Civil interrumpió el proceso, y aquellas circunstancias extremas le condujeron primero al Instituto de Calatayud y después, a partir de octubre 1937, al  Instituto Carreño Miranda de Avilés, en cuyas aulas ejerció como profesora de Lengua y Literatura.

Luego, en marzo de 1939, Santa-Olalla puso en marcha la CGEA, y Millán García sería nombrada Ayudante y Colaboradora Técnica de la misma mientras en la Universidad desempeñaba todo un sin fin de tareas. Mas nada de todo esto le apartó de su ingreso en el CFABA, en oposición superada el 12 de mayo de 1941, que le llevaría sucesivamente a los museos Arqueológico Nacional (4 de junio), Celtibérico y Numantino de Soria (2 de diciembre), vuelta al Arqueológico (10 de julio de 1942) para desarrollar en él toda su gran actividad museística y, desde el 5 de julio de 1978, al Museo de Reproducciones Artísticas.

Autor: Juan A. Gómez-Barrera