Licenciada en Ingeniera civil por Berkeley en 1894 y Arquitectura por la Ècole de Beaux Arts de París en 1903. Morgan se inició como arquitecta en el ambiente mimético de la arquitectura eclecticista norteamericana que todavía buscaba su propio carácter. Pasar de la mímesis al expolio sin límite fue solo un paso, paso que, incomprensiblemente, duró mucho más allá de los inicios del Movimiento Moderno. A esta situación llegó gracias a los contactos a su vuelta de Paris a principios de siglo, cuando ya en EEUU hizo para la madre de Hearst diversos proyectos culturales destinados a asociaciones de mujeres.

Fue una auténtica pionera como arquitecta, y hay que destacar el gran prestigio que Morgan tiene actualmente en su país, siendo reivindicada como pionera y arquitecta prolífica. En 2014 se le concedió la Medalla de Oro de AIA (American Institute of Architects). Contrastando con su fama en EEUU, en España ha dejado un recuerdo amargo dado que a partir de 1910 trabajaría para el magnate de la prensa William Randolph Hearst. Entre 1919 a 1947 se dedicaría al diseño de su mansión de San Simeon en la costa californiana, reutilizando en esta cientos de piezas expoliadas del patrimonio medieval español. Quizás su actitud profesional, caracterizada por plegarse con facilidad a los deseos del cliente, hizo sentirse cómodo al atrabiliario y despótico Hearst y se las arregló para ir encajando las valiosas piezas de arte español originales en el inmenso puzzle que iban creando ambos en California. Se guardan miles de cartas entre ellos. El triste episodio de la mansión de San Simeón fue el mayor ejemplo de neocolonialismo cultural, de elginismo, hacia nuestro país.

Para el expolio de obras de arte, colaboró estrechamente con el “historiador del arte español” Arthur Byne, que actuó como agente de Hearst en España y “conseguidor” de piezas con toda clase de artimañas y corruptelas. En los últimos años se ha investigado sobre este tema, concretándose la magnitud del expolio perpetrado en España y el papel de Morgan en él, gracias a la consulta de sus archivos personales guardados en California y en otros archivos norteamericanos.

Autora: Isabel Ordieres Díez