Aunque nació en Madrid, se siente firmemente ligada a sus orígenes asturianos. Desde muy pequeña quiso dedicarse a la arqueología, pero, debido a la coyuntura ideológica que le tocó vivir, tardó algún tiempo en poder comenzar sus estudios de Prehistoria, lo que haría en la Universidad Complutense de Madrid, donde también leyó su tesis doctoral en 1989. Desde ese momento, Alicia ha desarrollado una larga carrera investigadora especializándose en arqueometalurgia y en particular en el estudio del oro. La arqueometría es para ella una herramienta objetiva y rigurosa para alcanzar conocimientos más escurridizos como son las transformaciones que se produjeron en las sociedades del pasado. Este interés por la precisión en la investigación, no le ha impedido adentrarse en campos creativos como el de la narrativa, del que son ejemplo sus ediciones de cuentos sobre el mundo ibérico (Memoria de Iberia) o el mundo mítico del Mediterráneo Antiguo (Seres soñados).

Entre 1991 y 1993 fue ayudante en el Museo Arqueológico Nacional, donde estuvo destinada al Archivo fotográfico de la institución. Desde 1993 hasta 2018, año de su jubilación, fue científica titular y posteriormente investigadora científica del Instituto de Historia del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, donde creó, y fue responsable, del Laboratorio de Microscopía Electrónica y Microanálisis (MicroLab).

Por sus manos han pasado los torques de Sagrajas y Berzocana, la fíbula de Braganza, los tesoros de Villena, de Guarrazar, de Torredonjimeno o el de los Quimbaya. Hoy, pese a la jubilación, Alicia continúa trabajando sobre la joyería antigua como investigadora independiente y está considerada una de las mayores especialistas en este campo.

Autora: Ruth Maicas Ramos.