Hija de Rafael Romero Barros, director del Museo de Bellas Artes de Córdoba, Ángela Romero de Torres se educó en un ambiente culturalmente privilegiado, junto a sus hermanos mayores: Julio, el más conocido por su carrera como pintor, y Enrique, quien sucedería a su padre en la dirección del museo. Angelita, como fue siempre llamada, cursó estudios de piano y violín. De carácter vivaz, culta y muy interesada por el arte y la arqueología, dedicó su vida a apoyar la carrera de sus hermanos, y al cuidado de la colección arqueológica familiar. 

Iniciada por Rafael Romero Barros, la colección cuenta con más de trescientas piezas, de una cronología extendida desde el Calcolítico hasta la Baja Edad Media. Se encontraba expuesta en la residencia de la familia, anexa al Museo de Bellas Artes. Quizá para evitar que Enrique figurara como titular de un museo privado, Angelita fue puesta al frente de la colección como directora. Es difícil, sin embargo, precisar hasta qué punto su dirección fue meramente nominal. Aunque sería su hermano quien gestionara la adquisición de nuevas piezas, Angelita atendía con regularidad la correspondencia, recibía a los visitantes y les mostraba la colección. Es a ella, además, a quien Joaquín Mª de Navascués solicita un artículo para las Memorias de los Museos, que recogiera la historia del museo familiar y una relación de su contenido. 

Gracias a su artículo conocemos cómo se encontraban expuestas las piezas, tanto en el interior de la propia vivienda como en el patio ajardinado. El discurso expositivo, marcadamente anticuarista, primaba los criterios estéticos antes que los propiamente arqueológicos. El jardín, el gran amor de Angelita, aún conserva el delicado equilibrio logrado por su autora entre el cortile renacentista y el tradicional patio andaluz. 

En 1945 Ángela Romero de Torres fue nombrada académica correspondiente de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, «teniendo en cuenta sus trabajos arqueológicos y artísticos, que la hacen digna del glorioso apellido que ostenta». La colección arqueológica Romero de Torres, adquirida por el Estado en 1991, es hoy de titularidad pública

Autor: Matilde Bugella Altamirano