La temprana muerte de su madre reforzó el vínculo que la unía a la figura paterna, una de las personalidades más relevantes de la Arqueología española, Blas Taracena. Trinidad vivió en el Museo Numantino, del que su padre fue director y desde niña tanto ella como sus hermanos le acompañaron en las excavaciones que este desarrollaba durante el verano. Estas circunstancias, así como el temprano conocimiento de personalidades como Obermaier o Torres Balbás, nos hablan del contexto en el que nacería su interés por la Arqueología.

Trinidad cursó estudios superiores en la Universidad Central de Madrid y acudió a alguna de las ediciones de la Universidad Menéndez Pelayo de Santander. En 1951, cuando su padre ya había fallecido, ingresó en el MAN como encargada de la Biblioteca. En agosto de 1953 superó las oposiciones al Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, pasando a ocupar una plaza de conservadora en el MAN, donde sus trabajos se dedicaron principalmente a las colecciones de Prehistoria. Participó en el montaje de la exposición permanente de 1954, ligada a la celebración en Madrid del IV Congreso Internacional de Ciencias Prehistóricas y Protohistóricas, lo que representó una labor contra-reloj a las órdenes de José María de Navascués.

El estudio más importante desarrollado por Trinidad Taracena fue la ordenación y primera catalogación de la colección Siret. En esta ingente tarea culminaría el trabajo iniciado por su compañera Mª Luisa Oliveros Rives y publicaría un breve trabajo sobre la labor realizada.

El 15 de octubre de 1954 ocupó la dirección del Museo Arqueológico de Toledo pero en octubre de 1955, solicitó la excedencia y cesó en su puesto debido al traslado de su marido, el arquitecto Jaime Antón-Pacheco García, a Ceuta abandonando la Arqueología profesional, pero según quienes mejor la conocieron, nunca su interés por ella.

Autora: Ruth Maicas Ramos