Licenciada por la Universidad de Valencia en 1948, ocupa la plaza de Profesora Ayudante de Arqueología, comenzando su colaboración en el Seminario de Arqueología Tardoantigua con Helmut Schlunk. En 1955, obtiene una beca en el CSIC (Madrid), donde Almagro Basch le confía la puesta en marcha del Instituto de Prehistoria. Se integra en el Museo Arqueológico Nacional, como conservadora interina, compaginando funciones como Profesora Adjunta de Prehistoria y Etnología en la Universidad. Entre 1957 y 1958 amplía su formación con estancias en Roma y Florencia, diplomándose en Arqueología paleocristiana y bizantina en la Universidad de Bolonia.

En 1959 ingresa en el Cuerpo Facultativo de Archivos, Bibliotecas y Museos ocupando el cargo de directora del Museo Arqueológico Provincial de Córdoba. Seguirán años de intensas campañas de excavaciones, salvamento de yacimientos, propulsión de la arqueología urbana, y de la ampliación y restructuración del Museo y de sus colecciones. Se jubilará en 1987.

Correspondiente del Instituto Arqueológico Alemán, miembro de las Reales Academias de Córdoba, San Fernando y Santa Isabel de Hungría, encomienda de la Orden de Alfonso X el Sabio entre otras muchas distinciones, fue, como señala Guadalupe López Monteagudo en su Necrológica, “una pionera, vitalista, enérgica y resolutiva, en una época en la que la mujer no tenía la consideración debida”.

Con una personalidad arrolladora, asentó modelos y abrió el camino a las siguientes generaciones de mujeres que, en Córdoba, hicieron de la arqueología y de la salvaguarda del patrimonio histórico-artístico su profesión. Los que la conocieron subrayan la fuerza de carácter de esta alicantina de nacimiento a la que siempre se la vinculará con el Museo Arqueológico de Córdoba “su obra, su hijo”.

Autora: Isabel Trinidad Lafuente.